jueves, 3 de junio de 2010

ANALFABETAS SOCIALES

Por Ricardo León Caraveo

En ocasiones me pregunto ¿por qué no pueden tener acuerdos en Tabasco los integrantes de la clase política? Hay discursos descalificando, corrupción tolerada, capacidad de ofensa, ego-defensa, verbalización al estilo “Cantinflas” y quienes desean la “prueba del diablo” (la prueba de la prueba SCJN/ius) para acreditar la buena disposición del adversario. Estamos inmersos en los “recursos del diablo”, consistente en suponer al adversario capaz de todo para destruir. En oposición a lo anterior, abanderan la agresión, la calumnia, el insulto y la ironía. La actitud política es dudar, sin ser racional, como sí la “duda” en si misma encarnara la veracidad. Hay dudas que proviene de la razón y otras de la emoción, la primera es objetiva y la segunda es una “emoción destructiva”.

¿Cuál es la congruencia al señalar la corrupción del poder público cuando en la historia de las instituciones políticas a las que pertenecen la han encubierto? ¿Cómo decir estoy de lado del pueblo cuando los impuesto carecen de transparencia al ser erogados? Hay una moral acomodaticia y “sexenal” cubriendo el currículum político de los integrantes de la clase política de Tabasco. Así distinguimos que el “honor político” tiene valoraciones diferentes en 1988 con la caída del sistema, 1994 con el voto del miedo y el exorbitante gasto de campaña, 2000 con la derrota presidencial del PRI y 2006 con el final dudoso. El repudio en 1992 a Salvador José Neme Castillo se transforma hoy en la adversidad que provocó la caída de un virtuoso. La acción reivindicatoria del “nemismo” era válida y necesaria, como fuerza de equilibrio contra el “neomadracisto o robertismo” antropófago de la clase política priista. Ninguna corriente dentro del PRI ha dejado tantos liderazgos fuera como el “neomadracismo”. Ningún juicio ha sido tan severo como el realizado “nemismo”. Unos entierran y otros reivindican a su padre.

Otros optaron por crecer a la sombra del caudillo político, sumándose incondicionalmente, al grado de justificar la incongruencia, la violencia, el fraude, el ilícito, el triunfo tramposo, llamando cualidad al perfil atávico y calificando de ignorancia las convocatorias a la dignificación de la política.

La falta de acuerdo no es por la ausencia de ideas sino de “seres humanos”. Diré: ¡profundamente humanos! El político-antropófago asume el éxito como un proceso de despersonalización donde es válido simular virtudes. La despersonalización del ser humano es el origen del autismo o disemia del gobernante.

La descalificación del adversario argumentada para no dialogar políticamente, es auto-reconocerse tácitamente débil psicológico para la interacción constructiva. Se asumen débiles, inoperantes, incapaces de “influir”, es decir, son analfabetas sociales en contraposición al concepto de inteligencia social.

Es válida cualquier convocatoria a construir y será legítima si es plural, tolerante, incluyente y democrática. La “Democracia” es el acuerdo de los opuestos. Si para estar uno debe prescindirse de otro estamos en el sendero del autoritarismo, el totalitarismos o la dictadura. Debemos acordar, disentir pero no excluir.

Comentarios:rileca8@yahoo.com.mx http://www.ricardoleoncaraveo.blogspot.com/

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